Cuando viajo en
avión, me gusta observar la Tierra durante el vuelo. Desde cierta altura se
tiene un punto de vista privilegiado y se ven las cosas con una perspectiva
distinta, con un enfoque diferente al que tenemos cotidianamente, a ras de
suelo.
Mirando hacia
abajo, los campos y ciudades, los barrios y urbanizaciones, las casas y los
vehículos se ven de un tamaño minúsculo, llegando a asemejarse a una maqueta, a
una especie de hormiguero en el que la actividad de sus diminutos habitantes,
en constante movimiento, parece casi un tablero de juego. Visto desde la
distancia, todo lo que somos y tenemos adopta un valor más relativo.
Conforme nos alejamos, las personas y su entorno se ven muy pequeñas en
contraste con la inmensidad del espacio alrededor.
Sumido en estos
pensamientos me vino a la mente una anécdota proveniente de la Antigüedad, que
creo recodar estaba protagonizada por Sócrates y Alcibíades. Alcibíades era un
joven de cualidades extraordinarias: era muy atractivo, extremadamente inteligente,
tenía una personalidad carismática y provenía de una familia noble y rica. Un
día Sócrates escuchó a Alcibíades presumir desmedidamente ante un grupo de
amigos de una finca que poseía a las afueras de Atenas: se enorgullecía de
poseer una amplia mansión, dotada de todas las comodidades (baños, gimnasio,
biblioteca) y rodeada de un espacioso jardín con diversos tipos de árboles,
plantas, estanques, fuentes, etc.
Sócrates pensó que
se le había presentado una buena ocasión para dialogar con Alcibíades sobre el
valor de humildad, así que después de pedirle que describiera con todo detalle
sus posesiones, le dijo que le acompañara a los archivos de la ciudad. Llegaron
así a una sala que contenía un gran número de mapas. Sócrates se acercó a uno
de ellos, que representaba la península del Ática, donde se encuentra Atenas.
Entonces le dijo a Alcibíades: -¿podrías mostrarme dónde se encuentran tus
maravillosos terrenos?- El joven, lleno de orgullo, se acercó al mapa y señaló
un pequeño punto, no más grande que la yema de su dedo.
-Muy bien-, dijo
Sócrates, llegando hasta otro mapa que representaba el conjunto de Grecia -¿Y
en este otro mapa, podrías situar tu casa?- El joven, algo desconcertado,
señaló en la gran tabla un punto minúsculo.
Sonriendo,
Sócrates se acercó a un tercer mapa, que mostraba todo el Mediterráneo conocido
por los griegos, desde las costas de Hispania hasta las polis de Asia Menor.
-Por favor, Alcibíades -le dijo- ¿serías tan amable de indicarme qué lugar de
este mapa ocupa tu fastuosa residencia?
Alcibíades se
acercó al extenso plano, observando con admiración el trabajo de los
cartógrafos. Ante sus ojos se extendía un vasto mar rodeado de extensas tierras
y salpicado de islas. Con mucho interés estuvo largo rato mirando los grandes
desiertos y bosques, las decenas de populosas ciudades, las altas cordilleras
montañosas, los larguísimos ríos, la aparente infinidad de lugares lejanos y
prácticamente desconocidos. Al contemplar tanta grandeza y diversidad,
Alcibíades quedó sobrecogido. En esos momentos se dio cuenta de que el mundo
era un lugar increíble: lleno de maravillas por descubrir, con espectaculares
paisajes que aún no había visto, con multitud de pueblos y culturas muy
diferentes, pero conformados por personas como él.
Así, Alcibíades
comprendió que su propia belleza, su inteligencia y todas sus posesiones
suponían únicamente un punto minúsculo de un vasto y hermosísimo escenario. A
partir de este momento, le quedó grabada la certeza de que él y todo lo suyo
formaban parte de un fascinante conjunto ante cuya inmensidad cualquier ser
humano es solamente un humilde y pasajero fragmento. Desde entonces, Alcibíades
no repitió el error de considerarse el centro del universo, ni volvió a
alardear de sus riquezas, pero al mismo tiempo aprendió a disfrutar más que
nunca de sí mismo y de sus bienes.
Está muy bien la enseñanza de Sócrates que recoges sobre el valor de la humildad. En efecto, ¿qué somos a la luz de la inmensidad de lo desconocido? Si pudiera hacerse lo mismo con el tiempo, llegaríamos a la misma conclusión: ¿qué es la historia humana a la luz de la historia de la Tierra, o de la galaxia de la que forma parte?....algo insignificante. Excelente entrada y abrazos.
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