domingo, 11 de mayo de 2014

El punto de Alcibíades



Cuando viajo en avión, me gusta observar la Tierra durante el vuelo. Desde cierta altura se tiene un punto de vista privilegiado y se ven las cosas con una perspectiva distinta, con un enfoque diferente al que tenemos cotidianamente, a ras de suelo. 

Mirando hacia abajo, los campos y ciudades, los barrios y urbanizaciones, las casas y los vehículos se ven de un tamaño minúsculo, llegando a asemejarse a una maqueta, a una especie de hormiguero en el que la actividad de sus diminutos habitantes, en constante movimiento, parece casi un tablero de juego. Visto desde la distancia,  todo lo que somos y tenemos adopta un valor más relativo. Conforme nos alejamos, las personas y su entorno se ven muy pequeñas en contraste con la inmensidad del espacio alrededor. 

Sumido en estos pensamientos me vino a la mente una anécdota proveniente de la Antigüedad, que creo recodar estaba protagonizada por Sócrates y Alcibíades. Alcibíades era un joven de cualidades extraordinarias: era muy atractivo, extremadamente inteligente, tenía una personalidad carismática y provenía de una familia noble y rica. Un día Sócrates escuchó a Alcibíades presumir desmedidamente ante un grupo de amigos de una finca que poseía a las afueras de Atenas: se enorgullecía de poseer una amplia mansión, dotada de todas las comodidades (baños, gimnasio, biblioteca) y rodeada de un espacioso jardín con diversos tipos de árboles, plantas, estanques, fuentes, etc.

Sócrates pensó que se le había presentado una buena ocasión para dialogar con Alcibíades sobre el valor de humildad, así que después de pedirle que describiera con todo detalle sus posesiones, le dijo que le acompañara a los archivos de la ciudad. Llegaron así a una sala que contenía un gran número de mapas. Sócrates se acercó a uno de ellos, que representaba la península del Ática, donde se encuentra Atenas. Entonces le dijo a Alcibíades: -¿podrías mostrarme dónde se encuentran tus maravillosos terrenos?- El joven, lleno de orgullo, se acercó al mapa y señaló un pequeño punto, no más grande que la yema de su dedo.

-Muy bien-, dijo Sócrates, llegando hasta otro mapa que representaba el conjunto de Grecia -¿Y en este otro mapa, podrías situar tu casa?- El joven, algo desconcertado, señaló en la gran tabla un punto minúsculo.

Sonriendo, Sócrates se acercó a un tercer mapa, que mostraba todo el Mediterráneo conocido por los griegos, desde las costas de Hispania hasta las polis de Asia Menor. -Por favor, Alcibíades -le dijo- ¿serías tan amable de indicarme qué lugar de este mapa ocupa tu fastuosa residencia?

Alcibíades se acercó al extenso plano, observando con admiración el trabajo de los cartógrafos. Ante sus ojos se extendía un vasto mar rodeado de extensas tierras y salpicado de islas. Con mucho interés estuvo largo rato mirando los grandes desiertos y bosques, las decenas de populosas ciudades, las altas cordilleras montañosas, los larguísimos ríos, la aparente infinidad de lugares lejanos y prácticamente desconocidos. Al contemplar tanta grandeza y diversidad, Alcibíades quedó sobrecogido. En esos momentos se dio cuenta de que el mundo era un lugar increíble: lleno de maravillas por descubrir, con espectaculares paisajes que aún no había visto,  con multitud de pueblos y culturas muy diferentes, pero  conformados por personas como él. 

Así, Alcibíades comprendió que su propia belleza, su inteligencia y todas sus posesiones suponían únicamente un punto minúsculo de un vasto y hermosísimo escenario. A partir de este momento, le quedó grabada la certeza de que él y todo lo suyo formaban parte de un fascinante conjunto ante cuya inmensidad cualquier ser humano es solamente un humilde y pasajero fragmento. Desde entonces, Alcibíades no repitió el error de considerarse el centro del universo, ni volvió a alardear de sus riquezas, pero al mismo tiempo aprendió a disfrutar más que nunca de sí mismo y de sus bienes.






1 comentario:

  1. Está muy bien la enseñanza de Sócrates que recoges sobre el valor de la humildad. En efecto, ¿qué somos a la luz de la inmensidad de lo desconocido? Si pudiera hacerse lo mismo con el tiempo, llegaríamos a la misma conclusión: ¿qué es la historia humana a la luz de la historia de la Tierra, o de la galaxia de la que forma parte?....algo insignificante. Excelente entrada y abrazos.

    ResponderEliminar