sábado, 7 de febrero de 2015

Educar o fabricar (II): la educación humanística y los valores humanos.



Continúo con una entrada anterior en la que mostré mi rechazo por una educación basada en contenidos “prácticos” para el tiempo presente. A esta pedagogía  utilitarista se opone la formación en valores que debiera caracterizar todo currículo educativo de Humanidades.

El maestro de retórica del siglo I Marco Fabio Quintiliano,del mismo modo que otros pedagogos de la Antigüedad, consideraba que la educación elemental debe servir para formar seres humanos íntegros. Quintiliano buscaba educar a un orador excelente, pero ante todo, a una persona honesta, que supiera servirse éticamente de sus capacidades intelectuales. Para ello a mi parecer es necesario dotar a cualquier programa educativo de una orientación humanística, en la que nunca se pierda de vista que la esencia de toda formación consiste en mejorar a la persona, a través de la adquisición de habilidades pero sobre todo, de actitudes.

Da igual como sea el mundo de hoy o de mañana: aunque la sociedad evolucione por senderos imprevisibles; por mucho que se desarrolle la tecnología; aunque asistamos a descubrimientos fascinantes; aunque la ciencia cambie radicalmente nuestra manera de entender el mundo. Aun así, estaríamos cometiendo un grave error si permitimos que la educación se deshumanice, que pierda  su dimensión formadora en capacidades y valores, que los nuevos saberes y especialidades sepulten los fundamentos de nuestra cultura y conviertan a las personas en herramientas que manejan otras herramientas, en usuarios de máquinas y aplicaciones.


Esto no quita que sea necesario innovar en todos los ámbitos, de poco vale limitarse a imitar lo antiguo sin crear nuevas ideas y abrir otras posibilidades para el progreso. Por tanto, cambiemos en la educación cuanto sea necesario, pero permanezcamos vigilantes para mantener lo esencial. En educación los fines no pueden justificar los medios: no podemos hacer de ella una mercancía, no debemos convertirla en objeto de compra y venta, ni  entenderla únicamente como un recurso para alcanzar objetivos laborales o económicos.