jueves, 23 de abril de 2015

El giro humanista

Tras un tiempo en que los estudios y otras ocupaciones me han hecho descuidar el blog, presento una entrada que va a dedicarse a un libro que he leído recientemente. Su autor es Stephen Greenblatt y se titula: El Giro. De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno. Barcelona, Crítica, 2012. 

Esta obra explica la influencia de las doctrinas filosóficas epicúreas de Lucrecio en el Renacimiento y la Edad Moderna a partir de 1417 cuando el humanista florentino Poggio Braciolini (descubridor también de Quintiliano y Vitrubio), encontró un manuscrito del De rerum natura, obra perdida desde la Antigüedad. Todo ello forma parte en un marco mucho mayor, el de la enorme influencia de la cultura grecolatina en Occidente, que al parecer de Greenblatt tuvo una fundamental importancia para la creación de nuestro mundo moderno. Todo ello parte de  la nueva actitud hacia los clásicos de los humanistas, que los usaron para transformar la sociedad de su tiempo.

Este hecho lo expresa a la perfección una carta de Francesco Barbaro a Poggio, reconociendo la inmensa utilidad de los redescubiertos autores clásicos: … “¡A cuántos hombres ilustres y sabios, muertos para la eternidad has revivido, gracias a cuyo ingenio, a cuyas doctrinas no solo nosotros podremos vivir noble y honrosamente, sino también nuestros descendientes!”.

En el caso de Lucrecio, el descubrimiento de su obra supuso un renacer del epicureísmo, que había sido difamado y enterrado por la Iglesia por ideas como la indiferencia hacia los dioses, que ni los seres humanos ni La Tierra son el centro del universo, que el alma muere y no existe el más allá, que las religiones son ilusiones de la superstición, etc. Para Lucrecio, Epicuro era un mesías que había librado a la humanidad de su miseria al proclamar que el fin supremo de la vida es la potenciación del placer y la reducción del dolor.

Lo cierto es algunas doctrinas del epicureísmo  contribuyeron a trasformar el mundo moderno y fueron muy influyentes en autores como Tomás Moro, Moliere, Montaigne,  Giordano Bruno y otros intelectuales, llevando a actitudes de rechazo de la omnipotencia de la providencia divina, el atomismo, el desarrollo de una visión filosófica de la vida, el escepticismo, materialismo y racionalismo, la supremacía de la ciencia sobre la fe, etc.

El propio Thomas Jefferson fue un gran admirador de Lucrecio y su afortunada fórmula de “la búsqueda de la felicidad individual” de la declaración de Independencia de los Estados Unidos es un eco del epicureísmo. De hecho, al ser cuestionado sobre su filosofía de vida, Jefferson escribió. “Yo, soy un epicúreo”.

En suma, la obra de Greenblatt realiza un elogio del humanismo de la cultura clásica y renacentista: de sus ambiciones intelectuales, de su sed de conocimiento, de su curiosidad por el mundo natural y por la ética, por la búsqueda de respuestas a los interrogantes de la vida al margen de una divinidad. Como escribió Flaubert, “Hubo un momento de la historia, entre Cicerón y Marco Aurelio, en el que los antiguos dioses se habían olvidado, y aún no había llegado Jesucristo. En ese momento, estaba solo el hombre”.