El orador romano Marco Tulio Cicerón
(106-43 a.C.) tuvo una vida excepcional. Desde unos orígenes relativamente
humildes, gracias a sus habilidades intelectuales y sobre todo a unas
superlativas facultades retóricas, llegó a convertirse en uno de los personajes
más influyentes de su época: obtuvo importantes victorias judiciales, escribió
algunas de las obras cumbres de las letras latinas, alcanzó el consulado y
sintetizó para Roma las claves de la filosofía helénica.
Cicerón fue un apasionado estudioso de
los textos antiguos, un brillante estilista del latín, y un consumado político.
Su erudición y experiencia en primera línea de la vida pública de su tiempo le
convirtieron en un hombre de extremada lucidez, conocedor como pocos de la
naturaleza humana.
Por todo ello, Cicerón es uno de los
autores antiguos cuyas reflexiones han
tenido un impacto más profundo en la posteridad. En el Renacimiento y durante
la Edad Moderna sus obras gozaron de un enorme prestigio y difusión, y fue para
numerosos humanistas el ideal humano por antonomasia.
Lo cierto es que muchas de las ideas de
Cicerón siguen disfrutando de plena vigencia dos mil años después. En esta
entrada y otra posterior, introduciré algunas citas de Cicerón que me parecen
especialmente dignas de interés.
1. Causa y principio de la
filosofía es la ignorancia.
2. Que el hombre de bien mantenga
sus ideales siempre delante de sus ojos.
3. Me parece más digno de elogio
lo que se hace sin ostentación y sin publicidad.
4. No hay auditorio de mayor
autoridad que la conciencia.
5. La justicia y la sabiduría no
siempre concuerdan.
6. La madre de la justicia no es ni la naturaleza ni la voluntad, sino
la flaqueza.
7. Nada es más funesto para un
gobierno, nada más contrario a la justicia y las leyes, nada menos cívico ni
menos humano que hacer uso de la fuerza en un estado constituido.
8. La sabiduría toda consiste
únicamente en no pensar que se sabe lo que se ignora.
9. Si es que la sabiduría se puede
alcanzar, dediquémonos no sólo a perseguirla, sino también disfrutemos de ella.
10. En ocasiones se dan
circunstancias en las que el esfuerzo y el dolor procuran un gran placer.
11. El sabio siempre se guía de la
siguiente forma: rechaza el placer para conseguir otros mayores, o bien soporta
males para evitar otros peores.
12. Epicuro proclama que nadie
puede vivir felizmente sin vivir sabia, honorable y justamente, y nadie que sea
sabio, honorable y justo deja de vivir felizmente.
13. Los codiciosos no recuerdan los
bienes pasados ni disfrutan de los presentes, solo esperan los futuros, que
como resultan por fuerza inciertos, les llevan a consumirse de angustia y
temor.
14. El deber debe ser la única
recompensa del deber.
15. El entero objetivo de la
filosofía es la consecución de la felicidad.
16. El sumo bien es vivir de manera
armoniosa con la naturaleza.
17. Es menester que el hombre, por
la humanidad compartida, sienta que nada de otro hombre le es ajeno.
18. Debemos reflexionar quiénes
somos para mantenernos fieles a nuestro propio carácter.
19. ¿Distingues al conciudadano del
extranjero por su raza y procedencia en lugar de por su carácter y acciones?
20. Que sólo el sabio es libre y
que cualquier necio es un esclavo.