miércoles, 21 de enero de 2015

Pensamientos de Cicerón (I)

El orador romano Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) tuvo una vida excepcional. Desde unos orígenes relativamente humildes, gracias a sus habilidades intelectuales y sobre todo a unas superlativas facultades retóricas, llegó a convertirse en uno de los personajes más influyentes de su época: obtuvo importantes victorias judiciales, escribió algunas de las obras cumbres de las letras latinas, alcanzó el consulado y sintetizó para Roma las claves de la filosofía helénica.
Cicerón fue un apasionado estudioso de los textos antiguos, un brillante estilista del latín, y un consumado político. Su erudición y experiencia en primera línea de la vida pública de su tiempo le convirtieron en un hombre de extremada lucidez, conocedor como pocos de la naturaleza humana.
Por todo ello, Cicerón es uno de los autores antiguos cuyas reflexiones  han tenido un impacto más profundo en la posteridad. En el Renacimiento y durante la Edad Moderna sus obras gozaron de un enorme prestigio y difusión, y fue para numerosos humanistas el ideal humano por antonomasia.
Lo cierto es que muchas de las ideas de Cicerón siguen disfrutando de plena vigencia dos mil años después. En esta entrada y otra posterior, introduciré algunas citas de Cicerón que me parecen especialmente dignas de interés.

1.  Causa y principio de la filosofía es la ignorancia.
2. Que el hombre de bien mantenga sus ideales siempre delante de sus ojos.
3.  Me parece más digno de elogio lo que se hace sin ostentación y sin publicidad.
4. No hay auditorio de mayor autoridad que la conciencia.
5.   La justicia y la sabiduría no siempre concuerdan.
6.  La madre de la justicia  no es ni la naturaleza ni la voluntad, sino la flaqueza.
7.  Nada es más funesto para un gobierno, nada más contrario a la justicia y las leyes, nada menos cívico ni menos humano que hacer uso de la fuerza en un estado constituido.
8. La sabiduría toda consiste únicamente en no pensar que se sabe lo que se ignora.
9. Si es que la sabiduría se puede alcanzar, dediquémonos no sólo a perseguirla, sino también disfrutemos de ella.
10. En ocasiones se dan circunstancias en las que el esfuerzo y el dolor procuran un gran placer.
11. El sabio siempre se guía de la siguiente forma: rechaza el placer para conseguir otros mayores, o bien soporta males para evitar otros peores.
12. Epicuro proclama que nadie puede vivir felizmente sin vivir sabia, honorable y justamente, y nadie que sea sabio, honorable y justo deja de vivir felizmente.
13. Los codiciosos no recuerdan los bienes pasados ni disfrutan de los presentes, solo esperan los futuros, que como resultan por fuerza inciertos, les llevan a consumirse de angustia y temor.
14. El deber debe ser la única recompensa del deber.
15. El entero objetivo de la filosofía es la consecución de la felicidad.
16.  El sumo bien es vivir de manera armoniosa con la naturaleza.
17.  Es menester que el hombre, por la humanidad compartida, sienta que nada de otro hombre le es ajeno.
18. Debemos reflexionar quiénes somos para mantenernos fieles a nuestro propio carácter.
19. ¿Distingues al conciudadano del extranjero por su raza y procedencia en lugar de por su carácter y acciones?
20.  Que sólo el sabio es libre y que cualquier necio es un esclavo.