domingo, 20 de julio de 2014

La consolación de la filosofía (II)



Proseguimos con algunas citas más para terminar nuestra selección de pasajes de la obra de Boecio. 



A los hombres la avaricia les hace odiosos, y la generosidad famosos.

El hombre es un ser vivo con el don de la razón que cree que no puede brillar salvo por la posesión de objetos sin vida (…) esto es rebajar la dignidad humana al nivel más despreciable.

La naturaleza se contenta con pocas y modestísimas cosas.

Cuanto más se posee, más se necesita.

Vosotros no sabéis actuar correctamente sin el estímulo de la popularidad y de las vacías aprobaciones y, despreciando la superioridad de la conciencia y de la virtud, buscáis vuestra recompensa en los halagadores comentarios ajenos.

Basta muy poco para satisfacer a la naturaleza, mientras que nada es bastante para la avaricia.

No puedes considerar como un ser humano a quien ves desfigurado por los vicios.

El que apático y atontado está en continuo torpor, vive la existencia de un asno.

Entre los hombres sabios no hay en absoluto lugar para el odio.

¿Qué otra cosa es la salud de las almas, sino la honestidad? ¿Cuál es su enfermedad, sino el vicio?

La buena fortuna engaña, la mala fortuna instruye.

lunes, 7 de julio de 2014

La consolación de la filosofía (I)



Tras haber hablado de la vida y pensamiento de Boecio en la anterior entrada, les dejo con una selección de pasajes escogidos de La consolación de la filosofía, obra escrita por Boecio en Pavía, siendo un prisionero a la espera de su ejecución.

Nada esperes y nada temas.

La mayoría de la gente no aprecia el valor de las cosas, sino el resultado afortunado y considera que es bendecido por la providencia sólo aquello que el éxito ha coronado.

Nunca nadie me hizo cambiar justicia por injusticia.

Lo importante no son los libros de filosofía, sino los pensamientos que generan en el filósofo.

La salvaje codicia devora cuanto obtiene.

La abundancia de presentes enardece aún más la pasión de poseer.

En todo revés de la fortuna no hay peor clase de desgracia que el haber sido feliz.

Los más favorecidos por la Fortuna son también los más exigentes y si no obtienen cuanto desean, como no están en modo alguno acostumbrados a la adversidad, quedan abatidos ante las menores dificultades.

¿Por qué pues, mortales, buscáis en el exterior la felicidad que se encuentra en vuestro interior? El error y la ignorancia os confunden. Te voy a mostrar brevemente la clave de la suprema felicidad: ¿Existe algún bien que te sea más preciado que tú mismo? Ninguno, me responderás; por tanto, si llegas a ser dueño de ti mismo, poseerás un bien que nunca estarás dispuesto a perder y que la fortuna no podrá arrebatarte.